Abstract: La muerte de Alberto Vilanova, el 22 de febrero
de 2003 cerca de la medianoche, no sólo nos deja el
corazón baldío a todos aquellos que supimos compartir
su amistad y su dedicada atención, sino que
además priva a la psicología, especialmente en sus
desarrollos conosureanos, de su militancia en pos
del estatuto científico disciplinario. En el ambiente
vemáculoprofesionalista, orientado eminentemente
a una práctica asistencial, fue la suya una prédica
constante contra la experiencia clínica no confrontada
como modo válido de justificación. Contrario
a las posturas omniexplicativas, a la monocausación
universalizada y a las consecuentes nosografías
estáticas, supo exponer en cada uno de sus escritos
su pensamiento ecuménico, pluralista y conciente
de la necesaria incertidumbre intelectual frente a
cada hallazgo sobre el psiquismo humano. Ello ha
sido el pilar de su labor docente y de su siempre
dispuesto rol de consultor, al que acudían por igual
colegas de toda procedencia teórica, alumnos y
becarios. Su presencia en la Facultad de Psicología
de la Universidad Nacional de Mar del Plata no será
sustituida ni pronta ni fácilmente.